viernes, 5 de febrero de 2010

Trajo un rayo de sol a nuestro hogar



Shirley tenía cuatro años y yo dos, cuando mamá y papá trajeron a casa un hermanito. Se le dio el nombre de Richard Olen, pero le llamábamos Dickie porque pesaba sólo dos kilos y Richard nos parecía nombre para un bebé de cinco kilos.
En las ropas normales de un bebé, Dickie desaparecía. Mamá lo vestía con prendas de muñeca para poder encontrarlo. Shirley y yo nos acurrucábamos a su lado y cada una tomaba una de sus manitas, tan sonrosada y exquisita como un botón de rosa. Rara vez lloraba, pero siempre que lo hacía mi hermana y yo corríamos a plantarnos junto a su cuna.

Nuestro hermanito no gorjeaba, no gateaba y nada tocaba ni exploraba como otros bebés. Se estaba tendido, inmóvil, mirándonos y chupándose el dedo pulgar, muy campante. Para Shirley y para mí era un adorado muñeco de trapo y solíamos acomodarlo en una silla durante nuestros juegos. Ni Shirley ni yo dábamos cuenta de que nuestro hermanito fuera distinto; solamente lo amábamos.

Tenía Dickie cuatro años cuando comenzó a gatear, pero sus espigadas piernas carecían de fuerzas. Para entonces, Shirly contaba ya ocho años y se había convertido en una mandona hermana mayor. “Ve a traer la escoba”, me ordenó un día, “y enseñaremos a andar a Dickie”.
Como no sabía yo si Shirly pensaba darle de golpes en la cabeza o barrer al hermanito por debajo de la puerta, me negué a obedecer, pero cuando comprendí lo que se proponía, estuve ansiosa por ayudarla. Pasábamos horas con nuestro especial hermano en tanto él se aferraba al mango de la escoba, y lo incitábamos y jalábamos hasta que, un día, consiguió ponerse en pie por su propio esfuerzo y tambaleante, cruzó la habitación. ¡Ya podía caminar! Los ojos le chispeaban y farfullaba, orgulloso.
De allí en adelante ya nunca estábamos seguras de dónde andaba Dickie. Dueño de una libertad recién descubierta, sólo deseaba vagar de una puerta a otra y explorarlo todo. Bien podíamos encontrarlo caminando animosamente en dirección al pueblo, o bien siguiendo al perro del vecino en algún misterioso viaje.
A medida que corrían los años, crecía nuestra familia. Casi año con año mamá recibió un bebé hasta que cumplí los 11 años. Después de Dickie fueron llegando Lynda, Ted, Mike, Danny Janie Poo.
Como Dickie no podía encaramarse con nosotros a la casita que habíamos armado en un carbol, se quedaba sentado en el columpio colgado de una rama, pegaba la oreja a un radio portátil mientras cantaba y se mecía a sus anchas. Y en tanto siguiera cantando, mamá sabía dónde hallarlo.
Dickie no nos quitaba el ojo de encima a la vez que nosotros lo cuidábamos. Si Janie Poo se caía, él le besaba la rodilla magullada para curársela. Si los otros chicos reñían entre si, Dickie rescataba al hermanito menor y se lo llevaba a casa bajo el brazo para luego dejarlo caer a los pies de mamá. Hasta de mamá cuidaba. Si la veía triste, le daba un golpecito en la barbilla y le preguntaba con su insegura voz:
-¿Me quieres?
Mamá sonreía, le revolvía los cabellos y contestaba:
-Seguro que si. Eres mi Dickie pajarito.
Los otros niños podrían estar ocupados en construir fuertes o en prender fuego a una cerca; Dickie, por su parte andaría en busca de bolígrafos, ningún bolígrafo, en un radio de 400 metros, se encontraba a salvo de sus deditos regordetes. Y cuando descubría uno, le desenroscaba el capuchón, quitaba el resorte y ensartaba este al extremo de una vara para verlo culebrear cada vez más de prisa. ¡Y había que ver cuánto quería a sus crayones! Empezaba por quitarle cuidadosamente el papel que los cubría y luego los cortaba en pedazos, que en seguida ponía en línea sobre su mesa y los hacía rodar de atrás adelante. Al fastidiarse de jugar así, metía los trozos de crayones en una caja de zapatos que llevaba bajo el brazo adondequiera que iba.



Por June Rae Word

4 comentarios:

"MISS VERY" dijo...

Richard era “diferente”, pero nunca lo supo. Tal vez por ello dio tanto realce a la vida de esta familia.
Esta historia es maravillosa!
y queria compartirla con ustedes...

Graciela María dijo...

¡Preciosa historia, Very! Felicitaciones por incluirla... Cariños.

le8al dijo...

muy lindo ...

Roberto dijo...

Que linda historia de vida.
Gracias por compartirla Vero...
Un beso

¡¡Cumpleaños de verydiro!!

¡¡AMIGO TILDA PLAY Y ESCUCHA MÚSICA DEL ALMA!!


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